- ESTACION DEL DESQUICIADO -
En la necesaria espera se para el reloj,
en la prisa se estancan mis pasos.
Propongo levedad, noche de domingo al sol,
caminar no es andar, callejón no es atajo.
¿Mi ritmo? Rumbita cordobesa por sevillanas.
Sólo corro para huir del temido hastío,
acelero para frenar si me da la gana,
el compás de tus caderas se convierte en desafío.
Si duelen las arrugas, comienzo a vivir
pensando en la tarde de un cielo añil,
llorar, maldecir, sólo son un absurdo trajín.
Si la desesperación amenaza oblígate a sonreír,
en la Estación del Desquiciado aprende a ser feliz
porque nada termina y todo nace de un fin.
-Gonzalo López Murillo –
Marzo 2009, Vagón 221 / Plaza 4D