08 febrero, 2013

Vuelvo para devolver.


- UNA MÁS-

Necesitaba pasearme conmigo mismo a solas
para preguntarme al oído si sigo siendo feliz.
Tarde en responderme, gobernaron las horas,
y acabo por crecerme un poco más la nariz.

Y no me engaño, me consuelo y me maldigo.
Tampoco te engaño, empiezo a quemarme de frío
porque nunca estamos solos, siempre estás contigo,
revolcándote en ese lodo que sólo a veces es río.

Al amanecer se irán a dormir todas las estrellas
y con cada una de ellas, morirán todos los sueños.
Rezaremos porque el nuestro se pose en aquella
que no teme al día, que quiere seguir siendo pequeño.

Y no es esa margarita que deshojas a tu antojo.
Tampoco el ciclón que vomito cuando todo es tempestad.
En todas las vidas hay que andarse con ojo,
no vaya a ser que nos lo salte la propia felicidad.

Hablando de todo un poco, hablaré de la nada,
de ese nihilismo en el que caigo cuando se congela
el propio cielo, privándome del olor a tierra mojada.
Detesto que sea el recuerdo lo que a ratos me consuela.

No es un desamor, tampoco un "des amor en balde".
Es una historia más que nadie sabe cómo acabará.
Pronto o nunca, mañana o p(c)asado, justo o tarde. 
Y es que todo es muy real, cuando no irrumpe la realidad.

-Gonzalo López Murillo- 
Febrero 2013, Puente Romano.