15 noviembre, 2013

Homo homini lupus.


- TÓXICO CORAZÓN -

Toda acción sustenta un interés
con diferente grado de altruismo.
Emepecinados en retornar al ayer
nos cruzamos con nosotros mismos.

Y de camino soñamos con un porvenir
que forjar donde todo ya está fraguado.
El tiempo ladra, ahuyentándome del fin,
archivando cada instante del pasado.

Ni pretérito, ni futuro perfecto, presente.
Sin reloj, sin brújula, ni calendario.
Mirada firme y alguna arruga en la frente
para dejar de creer en los malfarios.

Y en las personas deshumanizadas
porque ninguna creerá en nosotros.
Habrá que comprarse las entradas
para no perderse la matanza del otro.

Que mas da quien sea, si no lo conozco.
Horca, fusilamiento, garrote vil, decapitación.
Cuando yo siento el frío, es cuando te arropo
para que no se cuestione a mi tóxico corazón.


- Gonzalo López Murillo -
Veneno humano. Noviembre 2013.

13 noviembre, 2013

Calabobos.



- EL FOULARD DE LA HIPOCRESÍA -


 Desnudo me parezco más a mi, 
transparente como el aire que amenaza.
Frente a un espejo hace tiempo descubrí
lo pobres que son aquellos que se disfrazan.

Salen a la calle con la mentira atada al cuello,
creen que les abriga el foulard de la hipocresía,
pero la fría sinceridad les cala hasta los huesos,
les trastorna, les aturde, como esta poesía.

Y que se escondan si ellos quieren,
a mí no es a quien engañan, 
la flecha se dirige hacia sus piés.

Y que continuen si les entretiene,
ya vendrá el tiempo y su guadaña.
La verdad no es una mentira del revés.

- Gonzalo López Murillo -
ReciclAndo, Noviembre 2013.


Retoñarán aladas de savia sin otoño.


- LIBERTAS -

Eres la medicina contra la autoridad
la que limpia cada surco de mi voz.
Confundes mi hombre con mi animal, 
mi voluntad camina por tu callejón.

Pájaro blanco sobre un cielo nublado,
agua limpia para el sediento de sed.
Luz de esperanza para el desquiciado,
agua sulfatada, si deseas crecer.

Árbol derribado que sigue en pie,
llama que arde en nombre de ningún Dios.
Piedra que se resguarda bajo el ayer,
pecadora que jamás debe pedir perdón.

A veces soy  preso de mí mismo
cuando no puedo detenerme en tu abrazo,
cuando me cierno sobre el incierto abismo
en el que sin ti, se confunden mis pasos.

En mi hambre seguiré mandando yo, 
pero lucharé contra la inanición de libertad.
Condenaré al libre albedrío que desvirtuó
esa línea donde acaba la mía y empieza la de los demás.


-Gonzalo López Murillo-
Otroño, Noviembre 2013.