27 enero, 2017

Suena de nuevo...



-LA MISMA CANCIÓN-


Llueve a mares, cerca del mar.
Subo la persiana y suena una canción.
Lluvia que lucha intentando entrar
como dos locos a las puertas del amor.

Tan infranqueables y tan agrietadas
que sólo al viento permiten colarse,
para convertir la pasión en coartada
y al deseo en cualquier obra de arte.

Que contemplar, alimentando a los ojos,
como a buitres ya cansados de revolotear.
Se desnutre el alma y todos sus antojos,
que pudieran suponer un pecado capital.

Que me trae de cabeza y me amordaza,
prohibiéndome provocar una aproximación,
exigiéndome forjar la más fuerte coraza
para protegerme de la autodestrucción.

Dejó de llover, se aleja del mar.
No quiero volver a escuchar esa canción.
El sol saldrá victorioso frente al cristal,
la primavera hará postrarse a mi corazón.


-Gonzalo López Murillo-
Enero 2017, Cama.



19 enero, 2017

Aprender a separar.



-IDEAL-ISTMO-


No, no soy esa droga omnipotente,
tampoco un superhéroe de ficción.
O conmigo o contra mí, es algo demente,
y me hace pensar que sólo soy una ilusión.

O un rastro de esperanzas impropias
dónde todos pueden encontrar un abrigo,
una mera sombra proyectada que trastoca
la diferencia entre amigo o enemigo.

Ni me endioses, ni me criminalices.
Ojalá pudiéramos prestarnos los ojos
para comprender que todo tiene matices,
que para muchos el verde puede ser rojo.

No, no soy ese bufón de la tristeza,
pues como a todos me acaricia la mía.
No soy vulgaridad, tampoco delicadeza,
las nubes también empañan mis días.

Y cuando llueve, salgo a refrescarme,
a disfrutar del olor de la tierra mojada
a recordar que sólo somos hueso y carne;
materia absurda, que algunos halagan,
materia única, que poco a poco se apaga.


-Gonzalo López Murillo-
Enero 2017, Dasein.


14 enero, 2017

No es tan difícil la...



-CON-VIVENCIA-


Soledad no friega los platos,
tampoco prepara la comida.
Ni siquiera escurre los trapos
sucios que esparcí por la cocina.

Soledad no recoge la ropa,
tampoco te espera despierta.
Nunca te ofrece esa última copa
que da pie a la más dulce reyerta.

Soledad no da los “buenos días”
y tampoco sabe preparar el desayuno.
De vez en cuando se hace la dormida,
si la música me presta su escudo.

Soledad no sabe qué tal me fue el día
y cada día se olvida de comprar el pan.
Soledad a veces se disfraza de Melancolía
y dialoga conmigo, en su particular carnaval.

Soledad es hermética, pero certera,
con ella aprendo a conocerme mejor.
Es comprensiva y dulce a su manera,
sólo juega a anestesiarme el corazón.

Soledad es complicada, pero verdadera,
pulula como un fantasma en mi habitación.
Se ha convertido en la mejor compañera
para invocar a mi enterrada Inspiración.


-Gonzalo López Murillo-
Enero 2017, Cueva.


12 enero, 2017

Pitarra, sol y pelota.


-LOS DE SIEMPRE-


Hace días volvió aquella magia
de la mano de los de siempre.
Esa locura que se contagia
como un resfriado en Diciembre.

No estaban todos los que son,
ni estuvieron todos los que están.
Para hacerle a un mal trago la digestión
con dosis de humor, armonía y libertad.

Y son esos días los que nos devuelven
a cualquier tarde en las escaleras del recreo,
dónde ni siquiera necesitábamos algo verde
para verlo todo del color de nuestros deseos.

Hoy a cuentagotas coincidimos y estiramos el rato,
sabiendo que ya no volverán aquellas locuras,
aquellas vidas que nos dejamos como los gatos
intentando ser más golfos que la propia luna.

Gritábamos como espartanos, orgullosos e indomables,
reciclábamos como hermanos el calor de una hoguera.
Historias de un "teleclub", de una casa que era enjambre,
de una vida que sin ellos, no sería a mi manera.

A los de siempre, a mis AMIGOS.


-Gonzalo López Murillo-

Enero 2017, Merendero.

05 enero, 2017

Que continúe la Gran Cabalgata.


-CARTA A OCCIDENTE-


A los Reyes Magos este año
les he pedido un mundo libre.
Libre, de manos insensibles
que mercadean con los escaños.

A los Reyes Magos este año
les he pedido un mundo exento
de maltratos a quien nos llevó dentro,
el dolor de una madre hace mucho daño.

A los Reyes Magos este año
les he pedido un mundo valiente, 
que mire a su lado y apriete los dientes
que agarre la honda sin temor al tamaño.

A sus Majestades este Enero
les he pedido un mundo con dignidad.
¡Que amen! sin necesidad de acentuar
al verbo más primitivo y verdadero.

A sus Majestades este Enero
les he pedido un mundo que sepa educar,
para que un colegio no sea el pedestal
desde donde un niño decide tomar el vuelo.

A sus Majestades este Enero
les he pedido un mundo que aprenda a llorar
con las lágrimas de los que abandonaron su lugar
y recordar que antes lo hicieron nuestros abuelos.

A sus Majestades este nuevo año
no les pienso pedir absolutamente nada.
¿Pues de qué sirve pedir que una manada
deje de cebarse con el mismo rebaño?


-Gonzalo López Murillo-

Enero 2017,  Estrella de Oriente. 

02 enero, 2017

El cerezo en flor dentro del cuerpo.



- ESPERANDO A LA PRIMAVERA -


Cómo olvidar lo que aún late,
cómo soñar, otra realidad.
Sonrío tras el escaparate,
en la trastienda, llanto y penar.

Fue tan difícil como valioso,
tan único que nunca volverá.
Noventa pulsaciones en reposo,
si pienso en aquella felicidad.

Que respiramos y compartimos
de forma efímera y trascendental.
Aquellas noches en las que elegimos
que nada se asemejara a lo real.

Incluso a mí me cuesta creer
que todo haya cambiado tan de pronto,
tan lento, si pienso que aún no es “ayer”.
Desde la sombra, no salgo de mi asombro.

Luego pienso que no supimos quererlo,
que lo pateamos como a una pelota.
Que nunca hicimos nada por protegerlo
y sólo actuamos en el boca a boca.

Da pena, y a la vez, absurda impotencia
saber que nunca nos quedamos cortos.
Recordar que se escribió en Florencia,
en Salamanca, Cádiz, Lisboa y Oporto.

En París, Granada, Segovia y Toledo,
a menudo le costó sonreír y disfrutar
plenamente, aunque siempre fue sincero
tanto en el amor como en la hostilidad.

Ahora ya no sé nada de ti, ni de nadie,
sólo tengo tiempo para mi soledad,
para mi silencio, para pasear desiertas las calles
teniendo poco o nada en lo que pensar.

Me he deshojado como un árbol en otoño,
he hibernado como un animal salvaje.
Ya sólo espero a que florezcan los retoños,
a que la primavera contamine mi sangre.


-Gonzalo López Murillo-

Enero 2017, Gripazo.