02 enero, 2017

El cerezo en flor dentro del cuerpo.



- ESPERANDO A LA PRIMAVERA -


Cómo olvidar lo que aún late,
cómo soñar, otra realidad.
Sonrío tras el escaparate,
en la trastienda, llanto y penar.

Fue tan difícil como valioso,
tan único que nunca volverá.
Noventa pulsaciones en reposo,
si pienso en aquella felicidad.

Que respiramos y compartimos
de forma efímera y trascendental.
Aquellas noches en las que elegimos
que nada se asemejara a lo real.

Incluso a mí me cuesta creer
que todo haya cambiado tan de pronto,
tan lento, si pienso que aún no es “ayer”.
Desde la sombra, no salgo de mi asombro.

Luego pienso que no supimos quererlo,
que lo pateamos como a una pelota.
Que nunca hicimos nada por protegerlo
y sólo actuamos en el boca a boca.

Da pena, y a la vez, absurda impotencia
saber que nunca nos quedamos cortos.
Recordar que se escribió en Florencia,
en Salamanca, Cádiz, Lisboa y Oporto.

En París, Granada, Segovia y Toledo,
a menudo le costó sonreír y disfrutar
plenamente, aunque siempre fue sincero
tanto en el amor como en la hostilidad.

Ahora ya no sé nada de ti, ni de nadie,
sólo tengo tiempo para mi soledad,
para mi silencio, para pasear desiertas las calles
teniendo poco o nada en lo que pensar.

Me he deshojado como un árbol en otoño,
he hibernado como un animal salvaje.
Ya sólo espero a que florezcan los retoños,
a que la primavera contamine mi sangre.


-Gonzalo López Murillo-

Enero 2017, Gripazo. 

No hay comentarios:

Publicar un comentario