- ESPERANDO A LA PRIMAVERA -
Cómo olvidar lo que
aún late,
cómo soñar, otra
realidad.
Sonrío tras el
escaparate,
en la trastienda,
llanto y penar.
Fue tan difícil como
valioso,
tan único que nunca
volverá.
Noventa pulsaciones
en reposo,
si pienso en aquella
felicidad.
Que respiramos y
compartimos
de forma efímera y
trascendental.
Aquellas noches en
las que elegimos
que nada se asemejara
a lo real.
Incluso a mí me
cuesta creer
que todo haya
cambiado tan de pronto,
tan lento, si pienso
que aún no es “ayer”.
Desde la sombra, no
salgo de mi asombro.
Luego pienso que no
supimos quererlo,
que lo pateamos como
a una pelota.
Que nunca hicimos
nada por protegerlo
y sólo actuamos en el
boca a boca.
Da pena, y a la vez,
absurda impotencia
saber que nunca nos
quedamos cortos.
Recordar que se
escribió en Florencia,
en Salamanca, Cádiz,
Lisboa y Oporto.
En París, Granada,
Segovia y Toledo,
a menudo le costó sonreír
y disfrutar
plenamente, aunque
siempre fue sincero
tanto en el amor como en la hostilidad.
Ahora ya no sé nada
de ti, ni de nadie,
sólo tengo tiempo
para mi soledad,
para mi silencio,
para pasear desiertas las calles
teniendo poco o nada
en lo que pensar.
Me he deshojado como
un árbol en otoño,
he hibernado como un
animal salvaje.
Ya sólo espero a que
florezcan los retoños,
a que la primavera
contamine mi sangre.
-Gonzalo López
Murillo-
Enero 2017, Gripazo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario